
Bajaron la carretera trotando uno junto al otro; sus pasos parecían igualarse al sonido del viento; no pude dejar de mirarlos, como no he dejado de percibir muchas otras cosas.
Ella llevaba una soga gris en el cuello, ambos la mirada triste, se detuvieron un momento y se miraron a los ojos, cómo deseé entender qué se decían!!.
Él entró por la puerta en forma de arco atravesando la malla con que estaba asegurada y ella fue detrás; al cruzar la calle empedrada, un trooper azul se le vino encima y luego de un "chillido" se desplomó... La gente comenzó a rodearla pero él no dejaba que se acerquen, trataba de hacerla despertar dándole pequeñas caricias en el cuello, en las orejas. Ella tenía los ojos tristes abiertos y asustados.
Apenas pasaron unos minutos y dejó de respirar. Su blanco pelaje se cubrió de la sangre que iba resbalando por el empedrado calle abajo...
Él no entendía lo que sucedía y comenzó a dar brincos tratando aún de despertarla, pero ella ya no lo escuchaba...
Hasta los caballos se quedan solos de un rato a otro, hasta ellos tienen que aprender a no aferrarse a nada, ellos, que se supone no pueden razonar como nosotros sino solo sentir; no somos más que mamíferos como ellos, unos contra otros muchas veces, ciegos, duros, fríos, asesinos...