lunes, agosto 12, 2013

Treinta

No puedo creer que ya llegué a los treinta años. Tres décadas. Siendo realmente sincera es un número que siento que me queda demasiado grande. Me veía diferente a mis treinta, no, a quién engaño... ni siquiera me imaginaba cumpliendo treinta, ni cuando cumplí mis veinte y nueve...

Llegué a mis treinta con la aceptación de mi dolor de espalda (desde los veinte y cuatro), así, ya casi como una cosa rutinaria. A veces  duele más, otras no. Con medicación para la tiroides, que quién sabe porqué razón (o gracias a quien) ya no tuvieron que operar. Con el cuerpo tieso, gracias al escaso ejercicio que puedo hacer ahora, con la cabeza aún más llena de muchas tonterías y otras cuantas cosas.

Llegué a mis treinta con un guagua de dos, un matrimonio de cinco... profesión, casa, carro... En realidad no es gran cosa, es decir, son cosas que fueron surgiendo en el camino. Pero me suenan así, como algo que tendría yo, porque tengo treinta.

Llegué a mis treinta sin saber bailar, sin haber viajado muy lejos... Tambaleando un poco, sin querer llegar, sin querer siquiera acordarme que los cumplía. Con menos amigos, con más responsabilidades.

Llegué a mis treinta con unas cuantas arrugas alrededor de los ojos, unas cuantas canas que se ven solo si se ponen a rebuscar en mi cabeza, osea, nadie más que yo las ve. 

Llegué a mis treinta en este día que es como cualquier otro, con la diferencia de que en realidad estoy un poco triste. Para colmo llueve, creo que el cielo me da llorando a veces, jajaja.

Llegué a mis treinta años pero aún gran parte de mí se sigue sintiendo como la chica de veinte y cuatro que dejaba la casa de sus padres para irse a vivir en Tulcán con el marido recién estrenado. Hasta que, tres años después, llegó un guagua a nuestras vidas a ponerlo TODO de cabeza, y me creó miedos a cosas que posiblemente estén solo en mi cabeza, y me hizo perderme bastante, porque decir solamente "un poco" sería mentirme. Y todavía no acabo de encontrarme, aún a veces sigo poniendo resistencia a ciertas cosas, pero parece ser que por aquí lo importante es seguir, entonces, ahí sigo, aquí sigo.

Y así, con mis treinta y un guagua, pareciera que los días se van en un parpadeo.
Por ahora no dejamos de llover, el cielo, ni yo.


miércoles, agosto 07, 2013

Mamá robot

Quisiera que un día amanezca y yo no tenga que pensar ni decir ninguna de estas cosas como si fuera un robot...

Joaquín deje, esas cosas son de mamá, las cosas de mamá no se cogen.
Mijo, no se suba en la silla, se va a caer otra vez.
No esté en la cocina, mamá está cocinando, te vas a quemar, te haces yayay
Joaquín ya vamos adentro, venga, mamá va a cerrar la puerta.
Joaquín, no salte en los sillones, te vas a caer.
No saltes en la cama, la cama es para dormir, no para saltar.
Joaquín, recoge tus juguetes, no me dejes todo botado.
Deje mijo, no toque, eso no es suyo.
Mamá está trabajando, vaya a jugar con sus juguetes.
A ver, sentado quietito si va a acompañar a mamá.
¡No a la boca carajo!
Recoja, no me lance las cosas.
Déjale al Zeus, no lo molestes, te va a morder otra vez.
No le patees al Zeus, le duele.
Deje en paz la comida del Zeus, con eso no se juega.
Cierre esa puerta, nada de lo que está ahí es suyo.
Cierra el cajón, todo lo que está ahí es de papá y no se coje.
¡Deja mijo¡
Solo en el papel, si vas a pintar, solo en el papel, ya sabes!
Mamá está en el baño, no moleste.
Cierre la cortina, se va a mojar el baño.
Baja mijo, mamá está trabajando.
Si te metes a la boca te lo quito.
No le des los juguetes al Zeus.
No me arranques las plantas.
¡Saque de la boca!
Todo lo que está ahí es de mamá, nada es suyo, vaya a jugar con sus juguetes.
Quietito se toma el agua, sentado.
Siéntese para comer, te vas a caer, no te estés parando.
Guarde mijo, no es suyo, guarde.
No te cojas los ojos con las manos sucias.
Deje mijo, eso es sucio.
Esa es la basura mijo, deje, no coja, sucio.
Mamá está al teléfono, deja a mamá hablar por teléfono.

No sé cuántas veces al día repito todas y cada una de estas frases, y otras que quizás ahorita no recuerdo, la cuestión es que quiero ocupar mi cerebro en otras frases o pensamientos... y no se puede.

Estas cuestiones de la crianza que no acabo de entender... mi papá me diría solo "dale en el rabo" otros me dirían que hay que hacerle razonar (¿cómo rayos razonan con un guagua que apenas presta atención unos segundos cuando se le habla y luego ya sale corriendo para otro lado y si se le intenta retener se emperra e igual no escucha nada?), otros solo dejarían que haga todo aquello porque quizás algún rato se canse y deje de hacerlo... yo solo quiero que crezca sabiendo que tiene límites, que no se haga daño, que aprenda de sus errores (aunque al parecer le gusta aprender una y otra vez).

Espero, que con el pasar del tiempo, ir repitiendo menos estas cosas... aunque, mi parte realista, me dice que si, que estas cosas las repetiré menos, pero otras, las repetiré más.

Habrá que ver.