dueña del cielo...

Tal vez la única razón por la que tuvo miedo fue porque en el fondo sabía que podía terminar en el mismo lugar, dentro de la misma "cárcel", en medio del abandono lleno de multitudes; eso se parecía un poco a su vida actual, pero al menos podía "escapar" por momentos, podía "ser", por instantes, y bastaba cerrar los ojos imaginando historias, o simplemente imaginarlas con los ojos abiertos.

Pensaba que cuando la gente se entere de su forma de vivir y ver el mundo, la encerrarían en el mismo sitio donde ahora estaba su madre, a quien evitaba visitar porque temía que la confundan con otra más. Y no es que le asustara esa gente, solo quería respirar todavía un poco del smog (aunque sea eso) y algo del aire que existía afuera, no la pestilencia y olor a saliva y medicinas que reinaba adentro.

Todavía los pájaros cantaban al amanecer y aún dolía cuando abría los ojos y descubría su cuerpo desnudo de las pocas sábanas blancas, cuando sus pies descalzos rozaban el suelo y bajaba las gradas, despacio, recorriendo las paredes con sus cuadros colgando de ellas, tocando el papel tapiz que un día cubrió dibujos infantiles y que por eso nunca le gustó, cuando cruzaba la cocina y salía al jardín y pasaba en silencio al lado del perro para que no la sintiera y la siguiera, cuando sentía la yerba haciéndole cosquillas en la piel y veía las mariposas posándose sobre los claveles, los geranios... el viento en su cabello largo-negro...

Y sin embargo, eso no importaba, nada más importaba... siempre y cuando se recostara en el verde patio lleno de flores y fijara sus dulces-tristes ojos verdes al infinito...

"El cielo es tuyo porque nadie más lo mira, porque a nadie más le importa, porque nadie más le presta atención, ni lo quiere, es tuyo, únicamente tuyo"